
El gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha tomado decisiones que impactan directamente a México en sus primeras horas en el poder. Una de las medidas más polémicas ha sido la autorización de redadas migratorias en lugares como escuelas, iglesias y hospitales, ignorando la directriz establecida por la Administración de Joe Biden para evitar este tipo de acciones en sitios previamente considerados «protegidos». Esta controversial decisión del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha generado preocupación en la comunidad migrante y en organizaciones que abogan por los derechos humanos. La obispa Mariann Edgar Budde confrontó a Trump en la Catedral Nacional de Washington, pidiendo compasión para los inmigrantes y otros grupos vulnerables. Además, Trump ha firmado una orden ejecutiva para cambiar el nombre del Golfo de México por Golfo de América.
En este contexto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha respondido a las acciones de Trump, destacando la importancia de mantener la calma frente a los decretos firmados y reafirmando que, para México y el mundo, el Golfo de México seguirá siendo denominado de esa forma. Por otro lado, México también ha tomado medidas ante la política migratoria de Estados Unidos, anunciando que actuará de manera humanitaria con los deportados de otras nacionalidades, gestionando los trámites para su retorno a sus países de origen y ofreciéndoles acceso a servicios de salud y programas sociales a través del programa ‘México te abraza’.
En medio de estas decisiones y declaraciones que provocan tensiones en la relación bilateral, se espera que las autoridades de ambos países busquen coordinación y dialoguen para encontrar soluciones que respeten los derechos humanos y promuevan la estabilidad en la región.
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